Historia de la marca mustang-mtng

¿CUÁL ES LA HISTORIA DE MTNG/MUSTANG?

HISTORIA DE LA EMPRESA Y DE LA MARCA

Los orígenes de Mustang hay que buscarlos en una ciudad, Elche, que observaba como su industria del calzado, floreciente en otros días, se había ido anquilosando poco a poco. Durante los años 60 surge una generación de nuevos emprendedores en la ciudad, plagados de ideas e ilusión por mejorar una situación social llena de carencias. Pascual Ros fue uno de ellos. Así, esta breve historia, que es también la de su marca (Mustang), es un pequeño viaje de más de 40 años por su trayectoria empresarial. 

De familia agrícola y humilde, tuvo que valerse de su propio esfuerzo para alcanzar sus metas. Su primer empleo fue a los 15 años de edad, en Curtidos Candela, donde se enamoró de un olor que lo acompañará el resto de su vida, el de la piel, que repartía por distintos talleres de la ciudad. Pronto pasó a trabajar en Calzados Buendía, de cortador, para luego iniciar ya su propia aventura personal, a los 17 años, en un pequeño local, que era un gimnasio, en la calle Pedro Canales de Elche, donde establece su primera fábrica de calzado vulcanizado: Vulcanros, junto a sus hermanas y su cuñado. Pero el gran paso vino con la construcción de una nave, en la calle Joaquín García Mora, que bajo el nombre de Pascual Ros Aguilar S.L. supondría el verdadero punto de partida para todo lo que iba a ser la aventura Mustang.

Podríamos decir que los nombres eligen de algún modo a los hombres, y este nombre (Mustang), tan íntimamente ligado con la idea de libertad que proyectaba esta raza de caballos salvajes americanos, siempre había habitado en él y lo eligió a él para una aventura que no tiene parangón en Elche.

Tras tres años de intenso trabajo intentando impulsar la empresa, tuvo que irse a cumplir el servicio militar a Ceuta, dejándole la dirección de la empresa a su hermana Bienvenida R. y a su cuñado, Paco N. Cuando regresó, llegó con la idea de impulsar su verdadera vocación por la exportación, que lo llevará a abrir fronteras en diferentes partes del mundo. En estos primeros momentos, la empresa fabricó y comercializó calzado para grandes cadenas de tiendas de América, África y Europa. La apuesta por el nombre de Mustang giraba en torno a la imagen de la empresa, incluyéndose en ocasiones en el producto que se fabricaba.

En 1969, Pascual participó en la primera misión comercial española de calzado en los sótanos de la cámara de comercio de la ciudad alemana de Frankfurt. A partir de este momento, comenzó a tejer una serie de relaciones personales que pronto pasarían a convertirse en empresariales, y que marcarían el despegue internacional de la firma. Consiguió rodearse de personas que supieron manejarse con solvencia en los diferentes mercados y que, sobre todo, lo graran que Mustang comenzara a hacerse con un hueco en el escenario europeo del calzado.

A pesar de los escollos de la crisis del 73, y de la situación de incertidumbre política en España, su proyecto siguió avanzando durante los siguientes años con algún altibajo, debido principalmente a la excesiva concentración de un gran volumen del negocio en unos pocos clientes.

A principios de los 80, se llevó a cabo una de las transformaciones más profundas que sufrió la empresa, cuando se trasladó a una nueva sede, situada en la carretera de Aspe y conocida localmente como “el Butano”. En aquellos momentos, Pascual Ros puso en práctica una nueva manera de entender la empresa, cuyo modelo fue el de las fábricas que conoció en sus frecuentes viajes por Europa: con áreas de descanso para los trabajadores, asistencia sanitaria, cocina e incluso biblioteca.

Todo esto, con el objetivo de fomentar un nuevo concepto de fábrica, más cercano al de una familia de trabajadores, siempre con la aspiración de mejorar el panorama industrial ilicitano. Aquellos años, de grandes cambios en la sociedad y en el mercado de gran consumo, provocaron una nueva reconversión de la empresa, que alejaba a Mustang del modelo de empresa con estructura rígida, pero que la acercaba a dar una mejor respuesta a las nuevas necesidades de los clientes. Pascual Ros fue consciente de las diferentes oportunidades que aparecieron en el sector del calzado, y su afán por aprovecharlas lo llevó a poner en marcha una estrategia basada en distintas líneas de fabricación especializadas (todas ellas englobadas bajo el mismo nombre comercial: Mustang, pero con distinta denominación societaria) según el tipo de calzado que demandaba cada país. Esta estrategia le permitió adaptarse mejor a las exigencias de cada mercado internacional y pronto dio sus frutos, llegando a una cifra de ventas de 9000 pares diarios (todo un récord para aquella época).

A finales de los 80, Pascual Ros pasó uno de sus momentos más difíciles, en los que peligra su sueño empresarial, debido a una fuerte dolencia en la  espalda que lo mantendrá un tiempo inactivo, afectando a la marcha de la empresa. Pero el apoyo constante de su mujer Conchita, siempre a su lado, y la incorporación progresiva de sus hijos Pascual, Santi, Sergio y María, al proyecto, harán que Pascual Ros regrese a su actividad profesional con una idea fundamental: situar su sueño de empresa en el lugar donde realmente pensaba que tenía que estar, dedicándose a ello en cuerpo y alma. Todo esto supuso un nuevo impulso para Pascual, que le hizo seguir ejerciendo su liderazgo natural, transmitiendo su visión global del negocio a sus hijos, y provocando que la gente que lo rodeaba respirara la marca Mustang tan intensamente como él lo hacía.

Con la incorporación a la compañía de los hijos de Pascual Ros a principios de la década de los 90, se decidió impulsar la marca Mustang a través del producto, centrándose en un público joven y apostando por la notoriedad y el posicionamiento de la marca como medios para conseguir los objetivos de la empresa.

La aparición de un nuevo nicho de mercado en expansión: la clase media adolescente con mayor poder adquisitivo y de decisión de compra, ayudó a conseguir un gran crecimiento durante la segunda mitad de la década de los 90.

Durante esta etapa, Pascual Ros apuesta por invertir acertadamente en maquinaria, para cubrir así el fuerte crecimiento en ventas de los siguientes años, y obtiene gran éxito con colecciones como la “Oasis”, la bota de cowboy o los zapatos de salón. Pero, sobre todo, el despegue se debió al trabajo constante e intenso, de todo el equipo que configuraba la empresa destacando a una persona: Mari Cruz, que desde los inicios se involucró y defendió los intereses de la empresa. Todos trabajaron con la clara premisa, que se mantiene hasta día de hoy: “Los clientes y los proveedores de la empresa son considerados como socios y, por tanto, parte del proyecto”.

Según Pascual Ros, esta andadura de más de 40 años se sustenta sobre tres pilares fundamentales, que han consolidado la marca Mustang hasta la situación actual: en primer lugar, el hecho de instaurar una cultura de producto rápido; es decir, el hecho de que el producto estuviese en el momento adecuado en el mercado. Por otro lado, llegar a lograr una relación de cercanía con el cliente y con los propios trabajadores, que Pascual Ros siempre
consideró una familia y que trató de cuidar como tal. Y por último, la apuesta decidida, una y otra vez, por un proyecto de empresa, que la dotó de un crecimiento sostenible y una solidez de la que goza hoy en día. Todo ello realizado con una fuerte convicción personal del fundador: la de creerse más que nadie su marca, luchando por ella hasta el final y recordando siempre una frase que hizo suya:

“Sin ilusión no hay proyecto”.